Así se lamenta Juan Carlos con los ojos irritados, a punto de desbordar de lágrimas y con voz temblorosa. Tiene 90 años y vivió los últimos 45 en el que ahora ya no es su hogar. Construyó su casa con sus propias manos en un terreno que compró y puso a nombre de su hijo mayor. Esas tierras pasaron a manos de otro de sus hijos y, después de varias denuncias cruzadas, Juan Carlos terminó en la calle. Hoy duerme en el sillón de su hijo menor a la espera que la Justicia le devuelva su casa ya que posee el usufructo de la propiedad

Juan Carlos Arévalo sentado en el sillón en el que duerme en la casa de su hijo menor

Juan Carlos Arévalo pasa sus mañanas y tardes sentado en un silla de comedor, en uno de los extremos de la mesa, mirando la televisión. En la casa del menor de sus hijos, a menos de 30 metros de la suya y a la espera de que la Justicia le permita volver. Por las noches duerme en un sillón del living porque las habitaciones están en el primer piso, donde no hay baño, y por su estado de salud y su condición física no está en condiciones de subir y bajar escaleras. Asegura con la voz cortada por la angustia que, de no ser por su hijo, estaría en la calle.

En diciembre de 2023 Juan Carlos fue internado en el Hospital Sadiv por una neumonía. Al recuperarse volvió a su casa y allí lo esperaba uno de sus 6 hijos, con su nuera y nietos, que habían decidido regresar desde Córdoba a vivir a San Pedro y, en acuerdo con el resto de sus hermanos, asumir el cuidado de su padre (y por supuesto convivir con él). Consiguió trabajo como chofer en una reconocida institución de la ciudad y se quedó.

Juan Carlos estaba contento de tener a su hijo y a sus nietos en su casa sin imaginar lo que vendría. Cuenta que, cuando su hijo, su nuera y nietos venían a visitarlo desde Córdoba y se quedaban en su casa, se angustiaba al verlos irse. Tal era la tranquilidad de recibir y albergar a su hijo que el propio Juan Carlos le pidió a la mujer que lo cuidaba que no vaya más porque ahora “iba a cuidarlo su hijo”. Así consta en el expediente judicial que fue abierto desde que comenzaron las denuncias cruzadas entre Juan Carlos, dos de sus hijos y dos de sus nueras; la empleada doméstica y hasta una vecina, por presuntos hechos de violencia dentro y fuera de la casa de calle Colón, la misma que Juan Carlos construyó con sus propias manos y de la que se tuvo que ir, dice, por miedo.

En marzo pasado la mujer contratada para tareas de cuidado regresó a la casa de Juan Carlos por pedido de una parte de la familia. Ese mismo día, el hombre de 90 años le contó lo que padecía: violencia psicológica y amenazas de terminar en un geriátrico. La mujer, a quien Juan Carlos describe como “la cocinera” (ver más abajo), también se presentó ante la Justicia y dejó asentado lo que el hombre le contó. El propio Juan Carlos se animó, en una denuncia posterior, a contar que era víctima de maltrato y de falta de atención (ya que depende de medicación crónica debido a diferentes patologías que padece). “Viejo de mierda esta es mi casa”, le habría dicho su hijo en una de las tantas discusiones. El hombre de 90 años describe conductas violentas de su hijo, habla de insultos y de golpes a muebles de la casa que no llegaron a convertirse en violencia física contra él. Juan Carlos dice que esas acciones de su hijo lo llevaron a pensar que podía ser golpeado en algún momento por lo que decidió irse (sólo por las noches) a dormir a lo de su hijo menor. Aun así, todos los días iba a su casa (a media cuadra) a bañarse, buscar ropa limpiar y cuidar a su gato. Lo hizo todos los días hasta que le bloquearon la puerta desde adentro y ya no pudo ingresar.

Despojo

Juan Carlos vivió con su esposa y sus 6 hijos (5 varones y una mujer) en calle 9 de Julio al 400. Albañil de profesión, ayudó a la mayoría de sus hijos a construir sus casas a medida que se fueron independizando. A finales de la década del 80 compraron con su esposa un terreno sobre calle Colón al 1000 y decidieron ponerlo a nombre de su hijo mayor pero con un detalle que, 40 años después, puede ser clave en el enfrentamiento con otro de sus hijos: el usufructo de la propiedad lo tiene Juan Carlos. En ese terreno, a finales de la década del 80', levantó su casa y vivió hasta hace poco menos de dos meses. Su hogar, su ropa, sus muebles y sus recuerdos están hoy a 30 metros del sillón en el que duerme.

En medio de una serie de denuncias cruzadas entre hermanos, nueras y hasta vecinos que terminaron involucrados en el conflicto, parte de la familia se sorprendió al enterarse que el terreno, propiedad del mayor de los hijos de Juan Carlos, fue “cedido” por este a uno de sus hermanos: el mismo que se instaló en casa de Juan Carlos y cuya esposa terminó denunciando a su padre por violento. Es decir, el hombre (hijo) que actualmente vive en la casa de Juan Carlos con su esposa e hijos es el nuevo dueño de la propiedad. Exhibe ante la Justicia una escritura que acredita su propiedad (cedida por su hermano) mientras que el hombre de 90 años se defiende con el usufructo a su nombre, lo que le daría derecho a explotar la propiedad hasta su muerte, más allá de las decisiones que hayan tomado sus hijos a espaldas suyas. La semana pasada, después de seis meses de denuncias cruzadas, perimetrales e intento de acercamiento por parte del resto de los hermanos, el abogado Javier Silva, que representa a Juan Carlos ante la Justicia Penal, logró que la carátula de la causa sea cambiada "averiguación de delito" a “usurpación”. Pero la definición judicial no es tan simple: hay un propietario (el hijo de Juan Carlos) y hay dos menores de edad viviendo en esa casa que, de acuerdo a la interpretación de Silva, debería ser restituida al hombre de 90 años que tiene el usufructo de la propiedad.

Una fuente judicial consultada por San Pedro Hoy reconoció que este tipo de conflicto entre familias son cada vez más frecuentes en la ciudad “más allá de no llegar a tener repercusión pública”, por darse “en zonas más periféricas”, y apuntó, más allá de la “miseria humana que reflejan estos casos”, a la falta políticas públicas que faciliten el acceso a la vivienda.

La Justicia

El 11 de junio la mujer contratada para cuidar a Juan Carlos se presentó a trabajar pero no pudo entrar a la casa. Fue el primer indicio de lo que se venía. Llegó hasta la Comisaría, acompañada por el hijo menor de Juan Carlos, y dejó asentado que fue amenazada en la puerta de la casa en la que trabajaba al grito de “no vas a volver más”, “cuídate en la calle” y “negra de mierda”. Según consta en la denuncia, quien esgrimió las amenazas e insultos fue la nuera de Juan Carlos, la misma mujer de 38 años que había denunciado antes a su suegro por violencia.


Dos semanas antes, el 31 de Mayo pasado, antes de verse obligado a irse de su casa Juan Carlos recibió la noticia –para su sorpresa y de parte de su familia- de que la Justicia dispuso contra él un cese de “actos de perturbación”. Fue tras la catarata de presentaciones judiciales contra él. Esa misma orden Judicial disponía además una llamativa prohibición de acercamiento (perimetral) contra el hombre de 90 años. Es decir, dentro de su propia casa Juan Carlos no podía acercarse a su hijo, nuera o nietos, con quienes convivía.

El hijo de Juan Carlos también declaró y en sintonía con su esposa acusó a su propio padre de “perseguir” a la mujer y a su hija (menor de edad) dentro de la casa y de “tirarles manotazos” en medio de las discusiones. Juan Carlos se defiende en su declaración sosteniendo que era la mujer la que lo agredía. En la declaración de su hijo, sin embargo, aparece una llamativa contradicción: al mismo hombre al que describe como peligroso por tener armas (cuchillos y hachas) en la casa, lo presenta en otra parte de la declaración como vulnerable por su “gran deterioro físico y mental”.

Las primeras medidas judiciales de “prohibición de acercamiento” (perimetrales) fueron impuestas al hijo menor de Juan Carlos (con quien vive actualmente tras irse de su casa) y a la esposa de este; a la empleada doméstica e incluso a una vecina a la que intentaron hacer sacar una cámara de seguridad de la puerta de su casa. El temor de parte de la familia era que intentaran aislarlo del resto de sus hijos y de toda persona que pudiera asistirlo; y que a raíz de esto no recibiera la debida atención, lo que podía agravar su situación de salud.

Mi propio hijo, ¿sabés lo que es eso?”, pregunta Juan Carlos con la mirada fija, la garganta anudada, la voz ronca y los ojos inundados por lágrimas que no deja caer. Parece ser lo que más le duele, incluso más que haber perdido su casa. “Hasta la cocinera me sacaron y me tuve que ir”, cuenta en referencia a la empleada doméstica sobre la que también pesa una restricción perimetral y que no volvió a ingresar a la casa de calle Colón que Juan Carlos construyó en la década del 80’.

"Usurpación"

En medio de la feria judicial, el Juzgado de Paz de Baradero dispuso para ambas familias –la que ocupa la casa de Juan Carlos y la del hijo menor, que lo alberga-, la prohibición de acercarse a 20 metros de sus respectivas casas o en cualquier lugar público o privado. Que desde la Comisaría de la Mujer y la familia se acompañe a otros de los hijos de Juan Carlos –acordado por ambas partes-, para darle atención a la mascota (gato) y se facilite el retiro de pertenencias de su padre. Mientras, esperan un informe socioambiental de Juan Carlos y otro sobre su estado de salud. En paralelo y en el fuero penal, la titular de la UFI N°11 de San Pedro, Viviana Ramos, cambió la carátula de “averiguación de ilícito” a “usurpación” y remitirá el expediente a la Fiscalía N°7, tematizada en este tipo de delitos y a cargo de la instructora María Del Valle Viviani.

"Estamos hablando de titularidad y quiero ser muy preciso. Cuando hablamos de dominio sobre un inmueble, puede estar sujeto a variables, que son derechos reales, que pueden afectar el dominio pleno, como el alquiler, la hipoteca o en este caso el usufructo", explica Javier Silva en La Radio 92.3 y afirma: "Juan Carlos resguardó su derecho y goce del inmueble, tiene el derecho de mantenerse dentro de la vivienda, usarla o alquilarla si quisiera". Silva confirma además que el usufructo "es vitalicio".

"La titularidad del hijo va a ser plena cuando Juan Carlos muera, hasta tanto los derechos de uso y goce los tiene Juan Carlos", indica el abogado que representa a Juan Carlos ante la Justicia Penal y cuestiona: "Me extraña como la Justicia (civil, lo actuado con anterioridad) no toma en cuenta este usufructo que era tan importante y decisivo para solucionar este problema, con lo cual eso fue lo primero que hicimos: presentar una denuncia en la Fiscalía en turno, que era la Fiscalía N°11, con la carátula por averiguación de ilícito". 

Advierte Silva que a partir de esa presentación "la Justicia iba a investigar si la titularidad era como decían los ocupantes (hijo de Juan Carlos y esposa), o como decía Juan Carlos", y confía en que "a partir de las pruebas aportadas demostramos que el usufructo existe, que está registrado en La Plata y esto toma un giro porque la carátula de la causa ahora es usurpación", delito "previsto en el art 181 del código penal y que, entre tantos ejemplos, toma a la persona que es privada del usufructo".

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