En 2017, Facundo Díaz fue condenado a 18 años de prisión por intento de homicidio y Mario Dominé a 8 años de cárcel robo calificado y portación de armas. Sin embargo, la justicia no pudo probar que sean quienes dispararon contra Gabriel Reyna dentro de la joyería Taibo, en pleno centro de la ciudad, y un jurado de civiles los absolvió del crimen. El proyectil, fue la clave


Los comercios céntricos comenzaban a levantar sus persianas. El policía Gabriel Reyna acababa de salir de una ronda de reconocimientos convocada por el Fiscal Marcelo Manso que investigaba a policías que habían robado ganado a un productor en Río Tala. Reyna, que nunca iba a enterarse que fue señalado por la víctima (ver más abajo), se subió al móvil policial y no dudó en responder a un llamado de alerta: estaban robando en la Joyería Taibo.

Reyna llegó junto a su compañera, Patricia Melgar. Sin dudarlo entraron a la joyería y minutos después arribaron más efectivos. En ese momento, Facundo Díaz, uno de los delincuentes, sale del local ubicado en calle Mitre con una escopeta policial y dispara en la cabeza a otro efectivo. Fue una posta de goma. El policía sobrevivió, pero para la Justicia el delincuente disparó a matar. Detrás salió el segundo delincuente, Mario Dominé. Uno fue detenido dentro de una zapatería, tras una persecución, a una cuadra de la joyería, sobre calle Pellegrini. El otro, dentro del edificio Mitre, donde se secuestró el supuesto revólver homicida.

Dentro de la joyería yacía inconsciente Gabriel Reyna, herido de bala. También Patricia Melgar, golpeada. El testimonio de la oficial, las dos detenciones y la captura de Lucas Balcaza en Arrecifes -conductor de automóvil que trasladó a Días y Dominé hasta la joyería-, orientaban a esclarecer un crimen que conmocionó a San Pedro. Esa noche hubo una movilización a la Municipalidad que obligó la intervención incluso del Ministerio de Seguridad provincial.

Reyna nunca lo supo pero ese mismo día, el 26 de noviembre de 2013, fue señalado por un humilde productor rural de Río Tala llamado Francisco Pérez como uno de los cuatro policías que le robaron vacas en su campo. Pero Reyna no participó de ese robo. Fue señalado por su parecido físico con otro efectivo, Fernando Valles, uno de los dos policías condenados por ese robo tres años después. El otro fue Facundo Actis. Ambos cumplieron 5 años de prisión. Germán Olivera fue absuelto y el cuarto policía nunca fue identificado.

“Desde un principio dije que a mi marido lo mataron sus compañeros”, le dijo a Clarín Lorena Cardozo, esposa de Reyna y madre de sus hijos y apuntó contra excompañero del policía asesinado en 2013: “La culpa no los deja ni los dejará acercarse a mi familia. Patricia Melgar, la compañera que estuvo en el hecho, le puso el nombre de mi marido a su hijo. Eso es la culpa. Ella sabe bien qué pasó en la joyería”.

Cardozo dijo esto a pocos días de saber que el crimen de su esposo no tenía responsables. Es que 9 días antes, el 14 de julio 2017, tanto Facundo Díaz como Mario Dominé fueron considerados no culpables del asesinato de Reyna por un jurado de civiles. Sí fueron condenados más tarde por otros delitos: Díaz a 18 años de prisión por el intento de homicidio del policía al que le disparó en la cabeza con una posta de goma mientras escapaba de la joyería -la condena se sumó a otros que tenía en suspenso-; y Dominé a 8 años de cárcel por robo calificado. Pero no pudieron probar que uno de ellos haya disparado contra Reyna.

“Hay una cuestión que es científica”, explicaba también a Clarín por entonces Pablo Vacani, Defensor Oficial, y señalaba que “el perito médico determinó que el diámetro de la herida mortal era de unos 8,26 milímetros; mientras que la del calibre 22 se suele aproximar a los 5,5”. Más compatible con un disparo de arma 9 milímetros. La defensa de los imputados apuntó siempre a Patricia Melgar y por eso también el reclamo de la esposa de Gabriel Reyna.

Que el proyectil no fuera compatible con la herida no fue la única irregularidad de la causa, llevada adelante por la suspendida y luego destituida Fiscala Gabriela Ates. También hay que sumarle que en un principio no hubo levantamiento de rastros y evidencias, ni fotos de registros, y que la vaina en el suelo no era compatible con la de la pericia balística.

Se cumplen este jueves 7 años del asesinato, aún impune, del policía nicoleño Gabriel Reyna, que trabajaba en la Comisaría de San Pedro. Su familia y parte de los miembros de la fuerza todavía esperan que se haga justicia.

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