La comunidad educativa decidió nombrar a la institución como "Heroínas de Malvinas", en homenaje a mujeres que participaron del conflicto bélico. Florinda Soneira, Marcia Noemí Marchesotti y María Liliana Colino estuvieron presentes en el homenaje
María Lilian Colino, Marcia Noemí Marchesotti y Florinda Soneira, junto a veteranos de Malvinas de San Pedro. Foto: Ignacio Sierra/La Radio 92.3
El martes se impuso el nombre de "Heroínas de Malvinas" al Jardín N°919. Del acto, participaron excombatientes y tres de las mujeres que, como enfermeras del Ejército, Fuerza Aérea y la Armada, asistieron a los soldados durante la guerra de Malvinas en 1982. Las historias de las veteranas de guerra que fueron homenajeadas durante el acto.
María Florinda Soneira fue parte de la Armada Argentina. Nació el 27 de Marzo de 1963 en Avellaneda e ingresó a la marina a los 19 años como cadete voluntaria de la Escuela Nacional de Náutica se embarcó en el ARA Bahía San Blas. En 1982 inció un año de prácticas a bordo siendo cadete del cuerpo de comunicaciones de la Escuela Nacional de Náutica Manuel Belgrano. El 2 de abril cuando el barco quedó afectado al conflicto le ofrecieron la posibilidad de desembarcar porque aún no estaba recibida de oficial, era alumna. Con apenas diecinueve años tomó la decisión de permanecer a bordo y continuó embarcada durante todo el conflicto. Pasó los días y las noches surcando el Atlántico Sur, transportando armamentos, tanques, combustible, helicópteros y demás pertrechos navegando en sigilosa, en silencio radioeléctrico, sin escolta y en situación de peligro. En 1983 recibió el Diploma de Honor y Botón Solapa de la Armada Argentina en reconocimiento de los servicios prestados a la Patria. En 1990 recibió en el Congreso de la Nación el Diploma y Medalla en reconocimiento de su intervención en la lucha armada. En 2018 recibió la Mención de Honor Juana Azurduy de Padilla otorgada por el Senado de la Nación. Finalizado el conflicto continuó sus estudios y egresó de la Escuela de Nacional de Naútica como Oficial Radioperadora Naval de la Marina Mercante Argentina. Navegó durante ocho años en buques mercantes desempeñándose como Oficial radiotelegrafista a bordo. Desde 1991 vive en Ushuaia donde nacieron sus dos hijos. Cuarenta años después de la guerra aún sigue haciendo radio como LU4XYL.
Marcia Noemí Marchesotti fue también integrante de la Armada Argentina. Nació el 12 de junio de 1960 en Ciudad de Buenos Aires. A los 21 años ingresó como cadete voluntaria a la Escuela Nacional de Náutica embarcada en el B/M Río Cincel. Durante la guerra asistió desde Puerto Argentino y aún conserva las cartas que enviaba a su familia en pleno conflicto bélico, Marchesotti es de familia naval y se formó en la especialidad de Radiocomunicaciones en la Escuela de Náutica Manuel Belgrano. Siguió navegando mientras estudiaba abogacía, profesión que ejerce hasta el día de hoy.
María Liliana Colino es Cabo Principal de la Fuerza Aérea fue la única mujer con rango militar que pisó Malvinas. Nació el 3 de Diciembre de 1955 en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Tenía 26 años cuando comenzó la guerra y era enfermera de evacuación aeromédica a bordo del Hércules C-130; y en el Hospital Reubicable de la Fuerza Aérea en Comodoro Rivadavia. Mientras terminaba de armar los Botiquines de Emergencias Médicas que llevaban todas las misiones de rescate en los Hércules C-130, Liliana escuchó la voz del Capitán Médico Adolfo Smith que le decía “¿te animás a venir?” y, sin dudarlo, respondió que sí. La noche del 21 al 22 de mayo marca el momento en que la única mujer con rango militar pisa Malvinas en una misión de logística y rescate de heridos en Puerto Argentino. Mientras coordinaba la subida de las ambulancias que debían entrar en reversa por la rampa del Hércules, estando ambos en movimiento para subir los heridos, Liliana estaba en la pista con la mirada puesta “en esa serpiente de luces rojas que bajaba hacia nosotros”, en referencia a la hilera de móviles que transportaban soldados del frente del Hospital Militar Conjunto de Puerto Argentino. Cuando escuchó la alerta roja de Harriers en zona corrió hacia el Hércules mientras sus botines hacían sopapa contra la turba malvinense ya que con la pista bombardeada y en la oscuridad, podía tropezarse. Desde la puerta de la nave armaron una cadena de hombres que, aferrándose entre sí, hacían ademanes desesperados para que corriera más rápido hasta que su pequeña mano fue aferrada por uno de los suboficiales y la tiraron hacia dentro de la panza del avión al levantar vuelo: “Tuve el orgullo de pisar las Islas cuando ondeaba el pabellón argentino. No pienso volver mientras estén ocupadas. ¿A recuperarlas?, por supuesto, aunque ya soy viejita y no sé cuánto pueda ayudar, pero si me llaman, estaré ahí, como el primer día que elegí ir. Y creo que esa es la diferencia más importante, porque a Comodoro me ordenaron ir. A Malvinas… y sabiendo que todo podía pasar… a las Malvinas las elegí yo”, afirma.
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