El llamado Angel Negro que mató a once personas, pedirá su libertad. De garantía consiguió que un pastor se ofreciera a alojarlo, además de una mujer con la que se mandan cartas y podría llevarlo a un geriátrico de San Nicolás


El abogado de Carlos Eduardo Robledo Puch, "el Ángel Negro", confirmó que volverá a pedir la excarcelación del asesino serial que mató a 11 personas entre 1971 y 1972. Una nicoleña de 70 años, que vive en el barrio San Martín con su hija y una tercera persona, ofreció alojarlo, aunque aclaró que no viviría en su casa sino en un geriátrico que está situado en esa cuadra, donde hay un sacerdote que le brindaría contención espiritual. La mujer no se anima a dar su nombre ni hablar frente a los micrófonos porque teme un escrache

"Me hice amiga de él por carta y lo visité. Y sé lo que está sufriendo. Y creo en Dios, como él. Y sé que es inofensivo. Y su peor miedo es morir en la cárcel, peor que una rata", cuenta.

En esta etapa, cada vez que una persona se ofrece como garantía de un detenido que podría salir en libertad (la del cuáduple femicida Ricardo Barreda fue Berta André, una novia, y la del siniestro secuestrador Arquímedes Puccio un pastor de General Pico), un gabinete psicológico, bajo orden judicial, analiza a la persona que podría recibir al condenado en caso de ser liberado. Hace tres años se presentó una mujer para ofrecerle alojamiento a Robledo. Pero cuando la entrevistaron se dieron cuenta que esa persona tenía problemas psiquiátricos y no contaba con un sostén económico ni con una casa.

El nuevo abogado defensor del asesino civil más famoso de la historia criminal argentina, Jorge Alfonso, confirmó que Robledo, si es que resulta exitoso el pedido de libertad por agotamiento de pena que formulará a la Justicia de San Isidro, podría terminar sus días en un geriátrico de San Nicolás. “Es una posibilidad. Si le dan la libertad, lo que sería justo porque lleva 50 años preso y ya cumplió la pena, podría vivir en un geriátrico ubicado en el fondo de una casa, donde hay un cura y ancianos y ancianas que manifestaron no tener problema en convivir con él. Es un muerto en vida, lo vi muy deteriorado”, contó Alfonso al diario El Norte de San Nicolás.

En 2019, la Sala 1 de la Cámara de Apelaciones y Garantías en lo Penal de San Isidro autorizó a que Robledo sea trasladado de la cárcel de Sierra Chica, en Olavarría, a una cárcel de La Plata donde fue beneficiado con un regimen semiabierto. “No quiero morir en medio de un sufrimiento espantoso, me resfrío con facilidad, me ahogo, morir asfixiado es tremendo. Antes estaba obsesionado por escaparme, ahora ni siento energía por eso. Estoy convencido de que voy a morir preso, ojalá la Justicia me demuestre que estoy equivocado”, le dijo al pastor que lo visita en la cárcel de La Plata. Hasta llegó a sacarse una foto en la que sostenía un papel escrito a mano que decía: “¡Mátenme!”. Y por escrito pidió que le dieran la inyección letal o un arma para pegarse un tiro.

En los últimos quince años Puch pidió al menos diez veces que le dieran la libertad “por agotamiento de pena”, sin éxito. Otros criminales que sufrieron su condena (reclusión perpetua por tiempo indeterminado), como Arquímedes Puccio (un pastor fue la garantía del siniestro secuestrador) o la mayoría de los Doce Apóstoles de Sierra Chica (mataron y cocinaron presos como empanadas en el tenebroso motín de Semana Santa de 1996), lograron la libertad. Porque la cadena perpetua, la perpetuidad, mejor dicho, es anticonstitucional en Argentina. Nadie en la historia criminal llevó tantos años como Robledo tras las rejas.

Puch tiene EPOC, asma, tres hernias, y superó hace dos años una neumonía bilateral. “Me queda poca vida”, dice Robledo, de 72 años. “Me reconcilié con Dios”, le dijo al pastor que lo visita. Su relación con la religión es conflictiva. De 2008 a 2018 no fue a la parroquia del penal de Sierra Chica por una situación que vivió con el capellán penitenciario Pedro Oliver.

Con información de El Norte e Infobae



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